jueves, 13 de enero de 2011

Metarrealismo de Ficción

María Miranda (arequipa 1986) Licenciada en Literatura de la UNSA con la tesis “Uniones Imposibles” una aproximación hermenéutica a la utopía lésbico-queer en Sor Juana. Fundadora del grupo Editorial Dragostea cuyo paradigma es la ruptura del canon y la rigurosidad en la forma estética, albergando todas las contradicciones y los aciertos posibles de una visión conjunta y en constante crecimiento. Publica dos libros “Romané” poesía y ensayo en julio del 2006. “Los Velos de la derrota” poesía o ensayo en marzo del 2010. 
 
A estas alturas del partido histórico aún seguimos creyendo en la influencia del género sobre la personalidad humana. Si esto es correcto, ¿cómo tendría que ser La Poetiza? Estar llena de estrógeno y belleza puede ser una opción convencional pero aquí, en este territorio literario, la convención es la cúspide de la comodidad floja. Es por eso que Enero en la Palabra se enorgullece al contar con Maria Miranda, quién quizás tiene la hipótesis que necesitamos, para responder las dudas planteadas. Ella presentará su libro: "Los Velos de la Derrota" del cuál tenemos un extracto:



Tercera voz:
(escenario metarrealista)



Este ESCENARIO es un espacio donde la palabra acontece y los protagonistas suceden en el contraste de la sombra, de la luz, de las voces y de los espectadores que habitan un lugar común, la ficción.

El origen se remonta al acto creativo de versos que dialogan con la danza de un ser en las sombras. Los velos que lo cubren le impiden el movimiento hacia el otro, por eso el acto de desprendimiento hasta alcanzar la desnudez, que sería una muestra somática de libertad.  El abandono sucesivo de cada velo está acompañado por la mirada de un espectador y de una sombra que refuerza la visión  hasta desembocar en los ojos del espectador único. Estos ojos se conciben en el ritual del fuego, donde la mirada participa de la destrucción de los velos y del descubrimiento de certidumbres a partir de voces diversas que resuenan en el escenario y convergen en este espacio donde el sonido se materializa en la danza como ensayo de la articulación de los movimientos, como poética  en la armonía que existe entre el cuerpo y la música que confluye a través suyo para lograr una estética de lo corpóreo.

En esta totalidad fragmentada, en los ojos de todos los mortales, aparece un universo que se convierte en el escenario de la desnudez edénica y la edificación de paraísos en esos ojos que contemplan la ficción y la hacen suceder.
 

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